Amazonia que pertenecía a Castilla, desde Quito o desde Lima o desde Potosí, ni siquiera desde Asunción o Buenos Aires. Era infinitamente más accesible hacerlo desde los puertos portugueses y es así que naturalmente sobre los espacios vacíos del interior, se generó la expansión de los puertos Atlánticos portugueses y con esto el proceso de expansión de Brasil inicial, con el consentimiento de la monarquía unificada que actuó simplemente con sentido común. No tuvo nada de genial ni de perverso; fue una expansión que geopolíticamente era inevitable y necesaria. La flota española por ejemplo recuperó a Bahía, y Lope de Vega escribió una de sus Célebres obras Brasil liberado, todo el imperio festejó la recuperación de Bahía porque era toda parte de una gran unidad. Esa unidad se rompe desde 1640 y comienza una era conflictiva, donde de alguna forma España y Portugal son secundarias y se ajustan éste a la política inglesa y aquél al pacto de familia borbónico francés.
Pasan a ser potencias en distintas formas y grados ya secundarios. Pero hubo antes una alianza peninsular que es la gestora de la América Latina inicial y que culmina en esa unidad de la monarquía que tanto hemos olvidado.
La segunda instancia en que se empieza a recuperar esa política de unidad es en el siglo XX con Perón. De alguna forma se retoma la vieja alianza peninsular de los “Trastamara” y los “Habsburgo”, entre Castilla y Portugal y se intenta recrear en una alianza continental sudamericana, desde la Argentina y Brasil. Es el recomienzo verdadero de una política latinoamericana. En el intermedio hubo hostilidad, indiferencia, acercamientos. No más, y hubo idealidades latinoamericanas, nostalgias, recuperaciones históricas culturales, pero no políticas. Políticas reales que discernieron lo principal de lo secundario, que señalaran cual era el camino efectivo de una unidad de América Latina, no la hubo hasta los planteos de Perón a la altura de los años 51, que es cuando él lo hace, en forma pública y oficial.
Habría que interrogarse cómo y por qué llega Perón a esta situación. Porque no era un intelectual, era un político intelectual. Los políticos de épocas difíciles son siempre políticos intelectuales como Lenin, Napoleón, Haya de la Torre. Tienen que ser intelectuales y políticos para poder inventar grandes novedades. Los políticos del Statu Quo conformados por lo habitual, no tienen necesidades de invención intelectual.
Veamos la historia argentina desde su organización institucional con la Constitución de 1853. Al iniciarse la última mitad del siglo pasado, nace la primera Argentina Liberal agroexportadora y de recepción inmigratoria. Es la Argentina del gran impacto inmigratorio, que coincide con la revolución del ferrocarril en tierra y la revolución de los barcos a vapor en el mar, que permitieron por primera vez que países transoceánicos pudieran enviar en gran escala alimentos a los centros industriales metropolitanos europeos, en especial Inglaterra.
Jamás había existido un comercio de alimentación en masa, sino que durante milenios hubo fundamentalmente un comercio de grandes distancias sólo suntuario. Transportaba poco y sólo podía hacerlo con pequeñas cantidades muy valoradas. Solamente la revolución de las comunicaciones que implica el barco a vapor permite el nacimiento de los grandes exportadores de cereales y de carne oceánicos. Es el enriquecimiento agro-exportador del Canadá, de los
Continúa….
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