sábado, 30 de junio de 2012

38 años sin Perón



"Murió Peron"  titularon un 1 de julio de 1974 los diarios de la época, porque no hacían falta más palabras para saber de qué se trataba: había fallecido Juan Domingo Perón, el líder del movimiento justicialista y uno de los máximos referentes políticos de la historia contemporánea argentina.
El 1 de julio de 1974 el país se conmocionaba con el deceso del entonces Presidente de la Nación, que a los 78 años estaba en ejercicio de su tercer mandato constitucional y se convertía así en el único jefe de Estado que ocupó en tres oportunidades el sillón de Rivadavia.
Amado y odiado, su figura trascendió ampliamente los límites de Partido Justicialista y se transformó en una de las personalidades políticas más importantes del siglo XX en la Argentina.
 El 20 de junio de 1973, un día que debía ser una fiesta con la llegada definitiva de Juan Domingo Perón a la Argentina, luego de 18 años de exilio, se convirtió en una matanza indiscriminada de la gente que había ido a recibir y escuchar al líder y ex presidente justicialista. Desde Santa Cruz Viajamos en varios micros, en el que iba yo se rompió en Santa Cruz (pueblo de la homónima provincia)
El 12 de de junio de 1974, el líder justicialista convocó un acto en la Plaza de Mayo, que "sonó a despedida" para miles de manifestantes.
Ese día acuñó la famosa frase "mi único heredero es el pueblo" y también agradeció la presencia de los asistentes diciendo: "me llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino".
Perón había muerto a las 13.15. El líder político fue velado en el Congreso Nacional y se decretó un duelo de tres días en todo el país.
Leyendo hoy a un gran compañero Gaucho y Peronista como *Alberto Buela con disidencias y acuerdos, pero con un profundo respeto me atrevo a entreverar tientos y formar una trenza firme y de trabajo. No para emprendados domingueros sino para el trabajo en el campo a diario (Popular y Nacional)
“Todos los sectores sociales deben estar unidos verticalmente por el destino común de la Nación (...) Se hace imposible pensar la política social sin una política nacional.” *“Es frecuente el error de oponer la política realista a la política idealista. Error que proviene de confundir al político practicón con el realista. El practicón que es un simple colector de votos o fuerzas materiales. El realismo consiste en la correcta interpretación de la realidad y la realidad es un complejo que se compone de ideal y de cosas prácticas [...] Ni escapa al círculo de los hechos concretos por la tangente del sueño o la imaginación, ni está tan atado a lo concreto que se deja cerrar por el círculo de lo cotidiano al margen del futuro y el pasado. Para una política realista la realidad está constituida de fines y medios, de antecedentes y consecuentes, de causas y concausas.” *“La economía moderna es dirigida. O la dirige el Estado o la dirigen los poderes económicos. Estamos en un mundo económicamente organizado por medidas políticas, y el que no organiza su economía políticamente es una víctima. El cuento de la división internacional del trabajo, con el de la libertad de comercio, que es su ejecución, es pues una de las tantas formulaciones doctrinarias, destinadas a impedir que organicemos sobre los hechos nuestra propia doctrina económica.” *“La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre.” – * Arturo Jauretche Y lo criollo entonces?. Criollo es aquel que interpreta al gaucho y lo criollo es un modo de sentir, una aproximación afectiva a lo gaucho. Es por eso que lo gaucho es necesariamente criollo pero un criollo puede no ser gaucho. De allí que esos viejos camperos de antes decían: Nunca digas que sos gaucho, que los otros lo digan de vos. De modo tal que el orden criollo nace de la interpretación más acabada de aquello que la Argentina dio al mundo de más genuino: el gaucho. (Peronista) Pero avancemos un poco más y pasemos con nuestro aporte del plano descriptivo al plano metafísico-axiológico. Lo criollo al significar antes que nada y sobre todo una cosmovisión está indicando la conjunción de dos elementos: valores y vivencias. Así, desde Max Scheler y Nicolai Hartmann sabemos que los valores se captan a través de un a priori emocional, se captan por vía emotiva o sentimental, instrumento que, como dijimos, se accede a lo gaucho. Pero lo criollo nos exige además vivencias, es decir, experiencias existenciales, no es algo libresco o estudiado (como pasa con los pseudo gauchos de tienda) Peronismo Federal. Sino que hay que haberlo asumido vitalmente. Nosotros afirmamos que si bien es indudable que se ha producido paulatinamente con el surgimiento de la sociedad industrial y de consumo y con la implementación y mejoramiento de; Política Nacional e Internacional ,Justicia y Derechos Humanos, Educación y CulturaTrabajo,Economía e Infraestructura, Sistema Previsional y Acción Social Defensa y Seguridad ,Salud, Industria, Ciencia y Tecnología , Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ("Sé que es imposible, pero alguien tiene que hacerlo" Cristina) La aparición de lo criollo (Kirchnerismo) bajo la forma del gaucho, ello no nos permite, de ninguna manera, afirmar la desaparición de los valores que alentaron a este tipo de hombre. Lo gaucho es la forma en donde se plasmó de mejor manera lo criollo, pero lo criollo es el fondo, es el núcleo aglutinado de valores que le da sentido a lo gaucho. En una palabra, que desaparezca la forma, en tanto que apariencia,(hoy los centros tradicionalistas son solo apariencia de lo gaucho-Unidades Básicas-) no nos autoriza a colegir que murió su contenido; esto es, el alma gaucha, o sea, la expresión más propia de lo criollo. Muy por el contrario, lo que se tiene que intentar es plasmar bajo nuevas apariencias o empaques los valores que sustentaron a este arquetipo de hombre, como lo son: a) el sentido de la libertad, b) el valor de la palabra empeñada, c) el sentido de jerarquía y d)la preferencia de sí mismo. No existe ningún pensador nacional iberoamericano, más allá de las disímiles posiciones políticas, que no sostenga estos cuatro principios fundamentales del alma hispanoamericana. Y las 20 verdades del Justicialismo. Así el orden criollo nace a partir de allí y es expresión política y cultural de esa esencia propia y específicamente nuestra, esto es, de la ecúmene, de esta gran casa que es Argentina, que como lo hóspito nos recibe, nos hospeda a todos nosotros (aborígenes, gauchos y gringos) que desde lo inhóspito hemos llegado a América (País) buscando la posibilidad de ser plenamente hombres. Acá la primacía no se obtiene por la antigüedad, como nos quieren hacer creer hoy en día las voces publicitadas del periodismo, acá la primacía la tiene aquel que llevó a su mayor perfección la forma de ser americano y este fue el criollo como producto de ese abrazo fenomenal, tanto en la lucha como en el lecho, que se produjo a partir de 1492. En donde Europa y América dejaron de ser lo que eran y habían sido hasta entonces para ser otra cosa distinta, diferente, nueva y no vista nunca antes: Y aquí en América (País) surgimos nosotros, “ni tan español ni tan indio”, el mundo criollo y su orden, que llegó a su plenitud cuando cuajó un arquetipo humano que en Argentina fue el gaucho. Y que fue descripto acabadamente por texto por el Facundo, el Martín Fierro, La Tradición Nacional, el Payador o Romances de Río Seco. Y que llegó a su plenitud política cuando fue bien interpretado por hombres como San Martín, Güemes, Rosas, Sáenz Peña, Irigoyen, Perón y Kischner. Entonces bienvenidos todos los criollos y si son gauchos mejor.

 ANDRES PEEBLES


lunes, 14 de mayo de 2012

Las contradicciones secundarias entre Producción y Trabajo






2. Las contradicciones secundarias entre Producción y Trabajo

Las contradicciones entre Producción y Trabajo, entre una fracción del pequeño y mediano empresariado nacional y de los grupos económicos locales más pequeños (pequeños medidos en la escala actual del capital transnacional) y las fracciones que componen la clase trabajadora, necesariamente existen y se expresan como tensiones entre la conducción y las partes del movimiento. Es decir, existen contradicciones entre el polo de la Producción encabezado por la fracción de la Unión Industrial Argentina dirigida por José Ignacio De Mendiguren (hoy titular de la UIA, en alianza con distintos grupos económicos industriales locales como ALUAR y, en menor medida, con el oscilante grupo Techint), junto con Jorge Brito del Banco Macro (y titular de la entidad que nuclea a la banca privada nacional –ADEBA-) y Juan Carlos Lascurain de ADIMRA (nuclea a las metalúrgicas pequeñas y medianas) y, por otro lado, con la fracción más importante y avanzada del movimiento obrero organizado nucleado en la CGT (la CGT-Moyano) y el conjunto de los sectores del Trabajo al interior del movimiento nacional; diferencias en cuanto a la profundización del proyecto, a las prioridades a ser resueltas, a la conducción en términos de programa económico social y cultural.

La actual CGT, bajo la conducción del MTA-Moyanismo, es la principal fuerza material con capacidad de movilización al interior del movimiento nacional, como quedó demostrado en la movilización de entre 350.000 y 450.000 trabajadores el 29-4-2011. Lo que implica que constituye la principal fuerza material en las luchas político-sociales, en donde se define en gran medida el sostenimiento y la profundización del proyecto, ya que es en las mismas donde se fortalecen los pueblos. Y como resulta lógico en un proceso general de politización y profundización del proyecto nacional, la principal fuerza material del movimiento junto con las distintas expresiones del campo del Trabajo (CTA, organizaciones político-sociales, movimientos barriales de trabajadores desocupados e informales, movimiento estudiantil, y de trabajadores técnicos y profesionales) pugnan por un pasaje de lo gremial, sectorial y corporativo a lo político y lo general, lo cual supone participar centralmente de la batalla cultural y de las decisiones políticas. 

En este marco se explican las tensiones en torno a la ley de participación en las ganancias por parte de los trabajadores (presentada por la CGT al Congreso Nacional), la cual implica no sólo participar de ganancias que crecen año a año para profundizar la distribución de la riqueza, sino también comenzar a influir en ciertas decisiones empresarias con fuerte impacto en los trabajadores, así como observar la estructura de costos reales y, por lo tanto, el manejo de precios por parte de los monopolios que controlan las ramas centrales de la economía.

Lo mismo sucede con el proyecto de ley contra de la flexibilización laboral mediante la tercerización que impulsa la CGT, el cual propone la responsabilidad solidaria de la empresa principal en todos los supuestos de contratación y subcontratación de personal tercerizado (presentada por la CGT-Moyano al congreso nacional). Este proyecto implica romper con unos de los mecanismos centrales del capital concentrado para reducir costos laborales y precarizar el trabajo. La tercerización es uno de los mecanismos centrales de generación de trabajo en “negro”, mediante la subcontratación a las pequeñas empresas proveedoras (armadas muchas veces por las propias grandes empresas). Por ello, ante este proyecto De Mendiguren responde en concreto que ello afecta la competitividad de las empresas, oponiéndose a su tratamiento y sanción que permitiría tener una herramienta legal fundamental para combatir el trabajo en negro, mientras que en abstracto propone como prioritario combatir el trabajo en negro para huirle a las otras demandas planteadas por los trabajadores.

Situaciones similares suceden con el impuesto a las “ganancias” (que parte del sinsentido de que el trabajador pague ganancia, cual si fuera capital), en donde se debate el sistema tributario, mecanismo central de la lucha por la distribución de la riqueza y la profundización del proyecto nacional, popular y latinoamericano. El incremento en un 41,5% en la recaudación de dicho impuesto en un año (2011 respecto a 2010) y los datos consignados en los estudios realizados por el CIFRA, refleja que se amplió en gran medida la cantidad de trabajadores que pagan dicho impuesto al no actualizarse en proporción a la inflación existente, con lo cual comienza a perder sus características “progresivas”, convirtiéndose claramente en regresivo, afectando fundamentalmente al salario mucho más que al sueldo (remuneraciones de gerentes, funcionariado público o privado). Ello implica un ajuste sobre el salario de los trabajadores, lo que también sucede con el tope a las asignaciones familiares. Al mismo tiempo se mantienen muy elevados los impuestos al consumo (IVA), mientras que la renta financiera no paga impuestos y la actividad minera explota los recursos de nuestro subsuelo sin casi dejar nada al estado. Además, el 80% del impuesto a la ganancia lo pagan los trabajadores, mientras que el 20% lo pagan quienes poseen ganancia, lo cual termina de reflejar una situación altamente regresiva.

El debate sobre ajustes de salarios por productividad o según ganancia empresaria es otro de los ejes centrales que tensiona la relación Producción y Trabajo, y en el cual los sectores de la Producción aparecen jugando con el conjunto del capital concentrado para que el aumento salarial vaya de acuerdo al aumento de la productividad del trabajador, sin discutir rentabilidad empresaria y distribución de la riqueza que aumenta por el aumento de la productividad. Si ello no se discute, el aumento de la productividad redunda en aumento de la ganancia empresaria e incluso de la tasa de ganancia empresaria producto del aumento del grado de explotación sobre la fuerza de trabajo. De ser así, implicaría retroceder en los niveles de distribución de la riqueza, ajustar sobre los trabajadores, dando marcha atrás con los importantes avances que se lograron a partir de 2003 en este sentido.

Uno de los argumentos falaces que se esgrimen para correr el eje de discusión y favorecer la posición empresaria es el típico recurso a fragmentar político-gremialmente a la clase trabajadora hablando de “aristocracia obrera” o de los salarios de los que trabajan en el Activo, es decir, el 20% de la fuerza de trabajo en relación con el capital concentrado y los puestos de mayor remuneración, en contraposición a los asalariados que menos ganan, los informales, desocupados, etc. En realidad, lo que debe debatirse es que si el 38% o 46% (según distintas mediciones) de la masa de ingresos de la Argentina van a parar a las mayorías trabajadoras (en sus distintas situaciones y condiciones), a dónde va el restante 62% o 54%? Y particularmente ¿cuánto es lo que se llevan las 400 principales empresas del país, de las cuales casi 300 son de capital extranjero? Dividen para legitimar que la distribución de riqueza sea entre los mismos trabajadores y no entre capital-trabajo, asegurando mantener las ganancias impresionantes que actualmente se apropia el capital concentrado (en su mayor parte en situaciones de mercado oligopólicas o monopólicas).

 Algo similar sucede con la pauta de crecimiento salarial nominal para las paritarias. Si existe un techo dado por el gobierno pero no existe un acuerdo de precios que se sostenga por debajo del porcentaje de la paritaria, ello va a significar un ajuste para el bolsillo de los trabajadores. De hecho, el aumento de precios fue la respuesta empresaria ante el proceso de recuperación de los ingresos de los trabajadores (disminución del desempleo, paritarias) y de las políticas de inclusión social (AUH, jubilaciones, cooperativas, etc.). No por casualidad el aumento impresionante que se dio particularmente en alimentos y bebidas, que constituyen la porción central del gasto de las mayorías trabajadoras.

 El debate por las obras sociales y su desfinanciamiento tiene que ver con dos cuestiones centrales: mermar el poder del movimiento obrero organizado y favorecer el negocio privado de la salud. Por ello en su momento esta embestida fue impulsada por el  ala “progresista” del proyecto financiero globalista, con fuerza al interior del gobierno hasta el 2008, cuyo vértice era Alberto Fernández. Fue la albertista Graciela Ocaña quien operativizó la embestida, quien no por casualidad hoy milita en las filas de De Narváez, representante del proyecto financiero globalista: ella –como tantos otros- no cambió un ápice, lo que cambió fue el proceso político, las correlaciones de fuerzas al interior del gobierno. Otra cuestión es la necesidad de regular las obras sociales, eliminar la corrupción y controlar que no se roben la plata de los afiliados. Pero no debemos confundirnos. Este debate es similar al que en su momento se dio sobre empresas públicas estatales cuando se privatizaron: con la construcción del eje de su corrupción e ineficiencia no se buscaba “sanearlas” o  “aumentar su productividad”, sino que en realidad se utilizaba para legitimar el proceso de privatización y liquidación del patrimonio nacional en manos del capital financiero transnacional, sus multinacionales y los grupos económicos locales.

En el debate por la ley de entidades financieras junto con la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, a la que se oponen sectores bancarios que actualmente son parte de la alianza social de gobierno (ej. Jorge Brito-Banco Macro), también se expresan dichas contradicciones al interior de la fuerza. Resolver esta cuestión resulta central para avanzar en la reconfiguración del sistema financiero nacional, estructurado entre el golpe del 76’ y durante los 90’ a imagen y semejanza del capital financiero transnacional y su séquito local, lo cual permitiría, por ejemplo,  ir por un plan integral de créditos hipotecarios para la vivienda y para la producción. Por lo tanto, acá se da otra situación de decisión estratégica, por la cual se vuelve necesario profundizar para continuar con el rumbo de la justicia social, lo cual choca con los intereses de actores que son parte de la alianza social en función de gobierno.

En el tratamiento de estos ejes se observa las distintas contradicciones que surgen de la posición económica y social que ocupan los grupos, fracciones y clases que convergen en el proyecto nacional, a las cuales debemos sumar el conjunto de contradicciones de índole política e ideológico-cultural. Las mismas se procesan y sintetizan políticamente, en última instancia, en el gobierno y, particularmente, en la figura de Cristina Kirchner, que como conductora del movimiento tiene la responsabilidad de realizar dicha tarea, marcando los tiempos y modos de avances o retrocesos, conteniendo a los distintos actores, leyendo las correlaciones de fuerzas existentes, etc. Al no existir una estructura de conducción del movimiento nacional (no es lo mismo que una mesa chica), todos los costos y beneficios de las decisiones políticas recaen en su figura en tanto líder del movimiento, y toda decisión hacia alguna de las “partes” genera una tensión con los sectores afectados, perjudicados o relegados.

 
3. La contradicción principal y la antinomia


Hacer observable la contradicción principal en cada momento, así como la fuerza que conduce cada campo y el orden al interior del mismo, permite observar si el proceso de transformación va en el sentido de la profundización o del retroceso (mirado desde el punto de vista nacional, popular y latinoamericano). En este sentido, el proyecto industrialista nacional, asentado en el Estado y en la Producción, pasó a ser dominante en la alianza político-social expresada en el “kirchnerismo” a partir de 2008, luego del Paro Agrario y el estallido de la Crisis Financiera Global como guerra financiera en el núcleo del poder mundial en septiembre de dicho año (cuando se decidió la caída del banco Lehman Brothers). Hasta allí, el proyecto productivo neo-desarrollista encabezado por los grupos económicos locales y europeos que controlan la AEA (no burguesía nacional sino capital concentrado “local”) era el dominante, impidiendo el avance del estado en el control de resortes centrales del poder político-económico y resistiendo el proceso de re-distribución de la riqueza a favor del Trabajo. Esto es, simplificando, que Techint, Roggio, Pérez Companc, Clarín, Arcor, Peugeot-Citroen, Fiat, Pescarmona y el conjunto de la cúpula empresaria nucleada en el Grupo Productivo, junto con sus cuadros políticos y culturales que conforman dicho bloque de poder, eran quienes entre 2003 y 2008 se imponían dominantemente como política de gobierno de acuerdo a la correlación de fuerzas existente. Si bien el kirchnerismo como tal, como nuevo entramado político-estratégico, contenía y expresaba a su vez, un conjunto de actores y fuerzas que conforman lo que podemos denominar el bloque de poder nacional, popular, democrático y latinoamericano, asentado en el Estado, la Producción y el Trabajo, con sus banderas de justicia social, integración y liberación latinoamericana, soberanía política e independencia económica.

La antinomia política kirchnerismo-antikirchnerismo, luego del Paro Agrario y con la subsiguiente estatización de Aerolíneas Argentinas, la estatización de las AFJP, la ley de medios, la AUH, el Plan Argentina Trabaja, la recuperación del Banco Central para una política nacional, etc., pasó a expresar otro estado de la contradicción principal en el camino de la profundización o ascenso del proceso de transformación popular. Ello implicó que los cuadros y las organizaciones del proyecto nacional popular y latinoamericano asciendan en posiciones en el gobierno del Estado y/o en la influencia en la política de gobierno, y a su vez que se acreciente la politización de la sociedad, se generalice la batalla cultural, y la participación y movilización político-social pase a ocupar un lugar fundamental en la construcción política. Es decir, cambiaron los polos de la contradicción principal y en el proceso de profundización, quienes antes estaban dentro del kichnerismo pasaron al antikirchnerismo, ya que sus intereses sólo podían llegar hasta el punto de bifurcación estratégica del Paro Agrario.    

 
4. Contradicción secundaria, antinomia y gobierno


Dentro del kirchnerismo se desarrolla la contradicción secundaria Producción-Trabajo, a la vez que se encuentra contenida y subordinada a la contradicción principal junto con otras contradicciones secundarias y tensiones políticas e ideológicas al interior del movimiento nacional-popular-latinoamericano. Por otra parte, dicha contradicción necesariamente guarda relación con la contradicción fundamental de todo sistema capitalista, la contradicción capital-trabajo, con lo cual, en estas luchas, se generan ciertos alineamientos tácticos generales entre la Producción, el capital concentrado local y con el conjunto de líneas de capital financiero multinacional y transnacional que son parte de distintos bloques de poder. Todos están de acuerdo en ir contra el Trabajo. Este campo de contradicciones se procesa y se expresa (auque no linealmente) en el gobierno del estado, en tanto que el gobierno del estado expresa la correlación de fuerzas existentes en un territorio social. 

En la medida en que el gobierno y, particularmente Cristina Kirchner, tercia para alguna de las partes coincidiendo su decisión con la posición de alguna de las partes en pugna, se genera allí una tensión. En ciertas oportunidades (como el Paro Agrario o la batalla por la ley de medios) la magnitud de la decisión  implica un punto de bifurcación estratégica (ver García Linera), es decir, una profundización o un retroceso abrupto del proceso de transformación, donde ya no es posible contener a un conjunto de actores ni mantener la situación de equilibrio anterior, que produce un cambio general en la propia fuerza, en el esquema de poder, en la conducción de las fuerzas en pugna y en la contracción principal. Si además, cuando se da ese punto de decisión hacia alguna de las partes, no existe una estructura de conducción del movimiento nacional y todo se encuentra en estado “gaseoso”, el procesamiento de dicha tensión se complica, con lo cual empiezan a pesar con mayor fuerza cuestiones personales y afectivas en las relaciones fundamentales del movimiento. Es decir, en la medida que en función de la evaluación de la situación por parte del líder del movimiento, con su mesa y sus objetivos estratégicos, tercia a favor del polo de la Producción (como en el caso de la ley de participación de ganancias o la ley de responsabilidad solidaria contra la tercerización, la flexibilización y el trabajo en negro) se genera allí una tensión, que desarrolla la contradicción secundaria.

Sin embargo la tensión actual es más profunda. La misma se desarrolla y se despliega a partir de que el movimiento obrero organizado nucleado en la CGT-Moyano, como también otras expresiones de los trabajadores y del campo popular ya que forma parte de un movimiento general, decide dar el salto de lo gremial o político-gremial a lo político y realiza una movilización de entre 350.000 y 500.000 trabajadores en tal sentido, apoyando al gobierno nacional, la reelección de Cristina Kirchner y la profundización del proyecto nacional, a la vez que expone un conjunto de demandas. Como es lógico, el salto a lo político se hace dentro del kirchnerismo y resaltando la identidad histórica peronista del movimiento obrero organizado, bajo los ejes estratégicos de soberanía política, independencia económica, justicia social e integración latinoamericana. En este pasaje, necesariamente y en términos generales, se profundiza el proceso de rearticulación de la fuerza de masas, en la re-construcción del sujeto histórico de la transformación, que es inherente a la llamada profundización del proyecto nacional, lo cual se expresa en el pasaje (o la intensión) del conjunto del campo del pueblo de lo gremial a lo político, y a la unidad de la clase trabajadora. No puede existir una cosa sin la otra, profundización sin salto a la política, ya que el terreno central de la lucha por parte del conjunto de los trabajadores es el terreno político.

Este avance es lo que intenta bloquear y contener el polo de la Producción y, por otro lado, lo que pretenden eliminar de cuajo todos los actores del proyecto financiero global y los actores políticos y culturales que son parte dicho campo. Por ello mismo, al interior del propio kirchnerismo, todos estos actores que expresan el ala industrialista desarrollista nacional, demuestran en términos políticos-estratégicos que son incapaces de conducir la profundización del proyecto nacional ya que pretenden hacerlo con el movimiento obrero organizado y el conjunto de los sectores populares organizados acotados a lo gremial y a las reivindicaciones corporativas-sectoriales. Es por ello que apuestan a una conducción de la CGT más dócil, encasillada en cuestiones gremiales-sectoriales y, por lo tanto, subordinada a sus intereses; así como también, el desplazamiento de los referentes del conjunto de organizaciones populares que expresan-organizan a distintas fracciones económico-sociales, a posiciones secundarias de decisión e influencia al interior del movimiento. Ello se produce promoviendo cuadros de “gestión” y funcionariado como mediaciones políticas y representantes oficiales del movimiento nacional, lo cual produce una crisis de representación al interior del movimiento ya que los que “representan” y median no expresan, ni provienen, ni son, en muchos casos, los líderes surgidos del proceso de militancia y formación de cuadros populares. Se fuerza dicha situación desde “arriba” lo cual genera crisis, tensa e impide la síntesis, agudizando un conjunto de contradicciones secundarias y tensiones que obstaculizan la profundización del proyecto nacional, popular y latinoamericano. 

 
5. Crisis global e industrialismo desarrollista nacional

La crisis posee un doble carácter. En primer lugar, constituye una oportunidad histórica para construir un bloque de poder que sostenga el proyecto nacional, popular y latinoamericano, en el marco del debilitamiento de los bloques de poder imperialistas en pugna en su lucha por la reconfiguración de un nuevo orden mundial. Pero, por otro lado, constituye un desafío permanente en sus ciclos recesivos ya que sobre ellos pueden montarse los golpes reaccionarios, como ha sucedido en otros momentos históricos. El tema es como se encaran estos ciclos recesivos y sobre quien recae el costo de la crisis.

Con la crisis financiera global agudizándose y dando lugar al segundo ciclo recesivo del proceso, esta vez centrado en Europa, el gobierno  profundiza todas las medidas del proyecto industrialista-desarrollista, con centralidad en el estado, de carácter nacional-regional, que se despliega fundamentalmente bajo las demandas del polo de la Producción y de fracciones industriales del capital concentrado local, deviniendo de corporativas- sectoriales a políticas generales y expresión dominante de la política de gobierno. Esta aparece como la forma de encarar la crisis, que se resume en la profundización de la industrialización por sustitución de importaciones y diversificación productiva mediante la agudización de las medidas proteccionistas, fiscales, crediticias, de control, etc., lo cual resulta favorable para el campo del pueblo frente al proyecto financiero y sus distintas versiones imperiales. Es decir, se profundiza un capitalismo de estado comandado por los “industriales”, ya que en la asignación y distribución de los recursos de la sociedad  tiene un lugar cada vez mayor lo público-estatal en detrimento del mercado. Recordemos, que, librados a las fuerzas del mercado  de Mendiguren y Cía, perecen, de allí su renovado “estatismo” desde fines de los ’90 cuando, luego de apoyar las privatizaciones menemistas, sufrieron el embate del capital financiero transnacional y las multinacionales.

Por otra parte, como ni el pequeño y mediano empresariado local (como tampoco los grupos económicos concentrados locales) constituyen una burguesía estratégica de estado desarrolladora de las fuerzas productivas nacionales -lo cual es lógico en todo país dependiente o semi-colonial-, sólo es el Estado quien puede asumir las funciones de “burguesía nacional” en el sentido del desarrollo de las fuerzas productivas y la industria estratégica nacional de alto valor agregado a través de las industrias estratégicas estatales. Sin ello, no existe posibilidad de desarrollo de la Producción, ya que el pequeño y mediano empresariado nacional queda subordinado al capital concentrado local y transnacional económica y políticamente, como proveedor tercerizado (por más que tenga una independencia formal). Y sin ello, no existe posibilidad alguna de construir independencia, soberanía y justicia social.

Ahora bien, si el Estado es el estado de relación de fuerzas entre proyectos políticos estratégicos, tanto del sistema político-institucional como de la sociedad civil, y el Estado público comienza a recuperarse y desarrollar funciones estratégicas a partir de que la Producción y el Trabajo ganan en correlaciones de fuerzas en el territorio, ¿Quién puede sostener la profundización del proyecto nacional? Incluso siendo el industrialismo la expresión dominante, ¿Es posible que sea sostenido por el pequeño y mediano empresariado nacional con el movimiento obrero organizado y el conjunto de organizaciones populares acotadas, frenadas y subordinadas? ¿Sobre qué intereses, sobre qué poder, sobre qué fuerza va a sostenerse el proyecto nacional y popular y su profundización? Sin pueblo organizado, sin movimiento obrero organizado dando el salto a lo político y sin el conjunto de expresiones del campo del pueblo profundizando la militancia, la formación de cuadros y la influencia en la política de gobierno, al pequeño y mediano empresariado nacional se lo devoran en un desayuno y lo untan con el Estado. Es decir, el capital concentrado conducido por el proyecto financiero global de las redes financieras transnacionales, vuelve a tomar la sartén por el mango.     

Debe tenerse en cuenta, además, que el proyecto financiero global angloamericano también impulsa la industrialización y la diversificación productiva, además de la expansión de los agronegocios y de los negocios extractivos. Para las redes financieras globales ya no hay centro sino que todo territorio es un territorio a colonizar. Promueven un proceso de industrialización sustitutiva y diversificación productiva  encabezado por sus transnacionales, las cuales conducen el proceso de valorización quedándose con la mayor parte de la riqueza producida por los pueblos. En este sentido se habla de los mercados emergentes con su capital en Londres (Paul O’Neil, Goldman Sachs), expandiéndose a través de la red de city’s financieras globales. Sólo en la medida en que el proceso de industrialización, diversificación productiva y aumento del valor agregado se construya desde el Estado, en donde la Producción esté en relación a las empresas estratégicas de estado de alto valor agregado y no subordinadas a las transnacionales, se puede profundizar la construcción de soberanía, independencia, democracia y justicia social. Y es el Trabajo, es decir, la clase trabajadora en su conjunto, sobre la cual se puede apoyar y quien puede vertebrar dicho proceso de transformación popular. 


6. Contradicciones y batalla cultural

El primer aspecto central de la batalla cultural es debatir el surgimiento, desarrollo y constitución del kirchnerismo como nueva identidad del movimiento nacional. Especialmente, es necesario debatir una tendencia a creer que el kirchnerismo es el resultado de un proceso de arriba hacia abajo que se entiende si nos centramos en sus líderes, Néstor y Cristina Kirchner, los cuales debido a su voluntad política, a sus ideales, a sus convicciones y su coraje, etc., cambiaron el país y nos sacaron del infierno. Esta es una verdad parcial que no da cuenta del proceso político en su conjunto y de la dialéctica entre el “arriba” (sistema político-institucional) y el “abajo” (frentes políticos-sociales) que se encuentra en el centro del surgimiento del movimiento nacional y popular. En este sentido no se puede escindir la lucha contra el neoliberalismo del movimiento obrero organizado del MTA conducido por Hugo Moyano y el conjunto de luchas del campo popular en la Argentina, con el surgimiento del kirchnerismo. No puede entenderse el kirchnerismo sino a partir de dichas luchas y organizaciones que pasan de un momento defensivo, de resistencia, a confluir en un movimiento político que permite una articulación para salir de la resistencia y pasar a la construcción (ofensiva) del proyecto nacional, popular y latinoamericano. En principio el pueblo ingresa de forma subordinada, ya que Kirchner llega a la presidencia gracias a la concesión por “izquierda” que necesita hacer el Movimiento Productivo Argentino, encabezado políticamente por Duhalde-Alfonsín y conducido por la cúpula empresaria nucleada en AEA a partir de 2002, para legitimar su proyecto e incluir a un conjunto de sectores populares que le permita mantenerse en el poder ante la alianza “dolarizadora” del proyecto financiero neoliberal. Es una decisión que combina contingencia y necesidad. En este sentido, no hay kirchnerismo sin CGT-Moyano, sin las luchas de la CTA, del movimiento estudiantil, de las organizaciones políticas y sociales populares (los llamados movimientos sociales, particularmente de desocupados), etc. Incluso, como advirtiera el propio Néstor Kirchner ante la derrota electoral de 2009, cuando reflexionó que “perdimos por no profundizar más”, el kirchnerismo sólo es una nueva identidad del movimiento nacional en la medida en que expresa el proyecto nacional popular latinoamericano, avanza en función de las demandas populares y profundiza las conquistas para la justicia social.

Por todo esto, los cuadros intelectuales y los medios de comunicación enemigos del proyecto nacional, popular y latinoamericano, apuntan todos sus esfuerzos a hacer de la contradicción secundaria la contradicción principal: agudizan todos sus esfuerzos para partir la fuerza e influir decisivamente en la batalla cultural al interior del propio kirchnerismo. Incluso, dentro del “kirchnerismo”, encontramos a muchos actores económicos, políticos y culturales que representan el ala “progresista” del proyecto financiero global, una de cuyas características centrales es el anti-obrerismo (en concreto: contra los dirigentes, métodos y organizaciones) desde una perspectiva liberal. Para el proyecto financiero global, que pretende salir de la crisis con la construcción de un nuevo orden mundial asentado en una forma de Estado global (o institucionalización del poder financiero transnacionalizado en los últimos 40 años), necesita, en tanto no puede imponerse como dominante en Latinoamérica, que no llegue a conformarse un bloque de poder con la fuerza suficiente para que una vez resuelta la crisis global vengan a disciplinar a los países y regiones díscolas. Y necesita para la Argentina eliminar de la política al movimiento obrero organizado y al conjunto de las organizaciones del campo popular, del polo que denominamos Trabajo; es decir, bloquear la posibilidad del salto a la política, de la profundización del proyecto nacional, bloqueando la conformación de la alianza estratégica entre el conjunto del movimiento obrero y los trabajadores técnicos y profesionales, o la unidad de los trabajadores.

En este sentido, son claras las palabras de Rosendo Fraga a horas de la muerte de Néstor Kirchner, conductor nacional junto a Cristina del proyecto nacional,  popular y latinoamericano: “Ella ahora puede adoptar algunas decisiones que se reclaman, como tomar distancia de Hugo Moyano y terminar con su influencia.” Además, por supuesto, proponía-amenazaba que Cristina ceda a todos los reclamos del “establishment” para lograr su continuidad.   

Es necesario debatir, por otra parte, un conjunto de argumentos e ideas que se expresan al interior del propio campo a la hora de dirimir las contradicciones secundarias, cuyo objetivo es restar legitimidad (fuerza-moral) al movimiento obrero organizado dirigido por la CGT-Moyano y aislarlo. Por lo general, muchos intentan ocultar las contradicciones secundarias existentes, los poderes y proyectos en pugna, realzando la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo en su tratamiento binario y lineal.

En primer lugar, se intenta calificar de “corporativo” al MOO-Moyano, realzando el discurso liberal anti-corporativista que oculta el proceso de construcción de poder que siempre implica articulación de partes y actores, que se enfrentan a otros actores con otros proyectos. A su vez, esta visión separa completamente el momento económico social y el momento político-institucional. En realidad, como observamos anteriormente, la profundización de las contradicciones y tensiones se da a partir del proceso de descorporativización creciente del movimiento obrero en su salto a la política, en su intención de debatir el proyecto político y los pasos de la profundización. Si el moyanismo no planteara demandas político-gremiales para la profundización (con el peso político que tiene y lo que expresa) y se mantuviera solamente en reclamos corporativos-gremiales, no se hubieran agudizado las tensiones tanto en el propio campo como con el proyecto financiero global. El problema es que, como sucedió en otros momentos históricos, la clase trabajadora con su identidad histórica peronista asciende con el kirchnerismo, se fortalece económica y políticamente, y a través de sus expresiones más avanzadas lucha por la profundización del proyecto.   

En segundo lugar es necesario analizar el argumento de que el mundo del trabajo cambió, la sociedad cambió y perdió centralidad el movimiento obrero y la clase trabajadora en general a la hora de la construcción política popular. En un momento, el pensamiento neoliberal llegó a instalar incluso la idea de “desaparición” de la clase trabajadora y del movimiento obrero como actor político. Si bien la sociedad ha cambiado, el sistema capitalista sigue vigente, definiendo dos grandes clases de hombres: “los que trabajan y los que viven de los que trabajan”. Incluso, en términos relativos, el porcentaje de personas que no tienen otro medio para subsistir que vender bajo distintas formas su fuerza de trabajo ha aumentado. Lo que ha cambiado es que con la imposición del capital financiero transnacional como forma de capital dominante se dio un proceso de cambio en las formas de trabajo: tercerización, flexibilización laboral, aumento de la informalidad, fragmentación de la clase trabajadora, hiper-especialización, aumento relativo de las tareas administrativas, descenso relativo del trabajo industrial, aumento relativo de trabajo técnico y profesional con respecto al trabajo manual, etc. Ello significó un notable aumento de la heterogeneidad de la clase trabajadora y de condiciones que hicieron entrar en crisis las tradicionales formas de organización. Sin embargo, no pierden en absoluto centralidad los trabajadores en sus distintas fracciones sino que cambian las condiciones económico-sociales de partida para su organización y las formas mismas de organización. Sería imposible entender el kirchnerismo sin observar la articulación de demandas que hace del conjunto de los trabajadores, que necesariamente brotan de problemas producidos por la imposición del proyecto financiero neoliberal a partir de 1976. Además, el movimiento obrero organizado sigue demostrando ser la fuerza movilizada central de un proyecto de transformación en la Argentina como se observó en el último acto por el día del trabajador referido anteriormente.    

En tercer lugar existe una necesidad de encasillar al MOO-Moyano en el supuesto debate entre la izquierda y la derecha del movimiento peronista, por supuesto en el lugar de la derecha. Muchos intelectuales del ala progresista del imperio refuerzan históricamente dicha visión, que tiene por objetivo estratégico dividir y correr el eje del debate. La dificultad de dicho argumento es cuando se baja a lo concreto, a medidas concretas, a demandas esgrimidas, a luchas reales, a la historia real de cada personaje y a leyes concretas. Según este relato ¿quién sería la “izquierda”? Estamos en un problema, si en la “derecha” están los que luchan por el reparto de ganancias, contra la tercerización y el trabajo en negro, contra los despidos, por un plan de viviendas nacional que solucione el déficit habitacional, por una reforma tributaria, etc., y además poseen los pergaminos históricos de lucha, coherencia y lealtad al proyecto nacional-popular y a sus banderas históricas. Sin embargo, no resulta raro que se procedan a estas categorizaciones, que invisibilizan los proyectos e intereses en pugna, e invisivilizan la observación de “izquierda” y “derecha” de qué proyecto político estratégico. Dichas categorizaciones de la tradición liberal europea por lo general guardan relación con un tratamiento formalista de los procesos históricos, muy propio de ciertas fraccione sociales, que en vez de analizar los hechos y contenidos concretos de los actores en pugna, se dedica a reflexionar sobre los mismos a través de sus dichos, frases, consignas abstractas y formalismos varios, invirtiendo los lugares en el drama. Una cosa es lo que el actor dice de sí mismo y otra lo que hace, aunque ello no implique descartar ni mucho menos el plano de los discursos y la batalla por la legitimidad, por las ideas-fuerza dominantes en un sociedad, sino ponerlas en relación con el proceso político, los intereses en pugna, los actores y sus implicancias.      

Existe un cuarto eje antinómico, que ya ha sido trabajado en otros documentos y que aquí sumamos otros aspectos (ver La profundización del kirchnerismo), que es el de oponer movimiento obrero organizado vs.  juventud, lo cual guarda relación con el eje tratado anteriormente (izquierda y derecha). Es decir, se intenta construir que el sujeto histórico de la transformación es la “juventud”, lo cual se opone a los “no jóvenes” que son parte de la fuerza. Ahora bien, ¿qué sentido tiene utilizada como categoría política? Así trabajada, antinómicamente (moo vs. juventud), la juventud refiere a la juventud de los llamados sectores medios, de lo contrario sería un sinsentido oponer juventud a movimiento obrero ya que no son excluyentes. No son excluyentes ni en su momento económico-social y cultural  (joven obrero trabajador) ni en su momento político, es decir, de organización (joven obrero militante de la juventud). En todo proceso de transformación se da un proceso de politización general de la sociedad y en particular de la juventud, que impulsa y le da dinámica al proceso de transformación, le aporta su energía a la lucha, al tiempo que garantiza su continuidad. Además, esto responde a una necesidad organizativa estratégica: el 59% de la población argentina es menor de 35 años, y para organizar, politizar, motivar la participación política es necesario que los cuadros compartan modos, formas y costumbres propias de cada generación. Sin embargo, la “juventud” en lo político no implica que sea la juventud militante de un proyecto popular, puede ser la juventud del neoliberalismo en su versión delarruista organizada bajo el “grupo sushi”.

Una quinta antinomia en que se cae es la de peronismo vs kichnerismo, en vez de observar dialéctica entre ambas identidades. El peronismo es la principal identidad histórica del movimiento nacional y la identidad dominante en el movimiento obrero organizado, ya que fue en dicho proceso histórico cuando el movimiento obrero organizado y la clase trabajadora en su conjunto alcanzó los mayores niveles de distribución de la riqueza, influencia en la política del estado, espacios políticos institucionales, legitimidad y reivindicación cultural. Por otro lado, fue en dicho proceso en que se alcanzó mayor nivel de independencia económica, desarrollo de las industrias estratégicas de estado y justicia social centrada en el trabajo. Resulta lógico que el movimiento nacional y el movimiento obrero en particular confluya en la construcción de una nueva identidad histórica desde la identidad que sienten como propia, así como otros sectores confluyen desde su propia identidad. Y el proceso de síntesis no es el resultado de una elaboración teórica-académica o de una rosca política, sino que sólo puede darse en la medida que el proceso de profundización va construyendo mayores niveles de síntesis, en la medida en que las distintas identidades políticas históricas se encuentran contenidas y sintetizadas en una nueva identidad política para resolver las tareas actuales.

Analizar el kirchnerismo sin tener en cuenta las contradicciones señaladas anteriormente, la construcción del kirchnerismo como nueva identidad política y sin observar el hecho de que los pueblos hacen la historia a partir de su historia y sus identidades político-históricas, significa darle un tratamiento antinómico a la cuestión, exacerbando las contradicciones existentes.  
 
Todos los ejes señalados anteriormente son exaltados por los distintos actores del proyecto financiero para hacer devenir las contracciones secundarias como principales. El desafío, entonces, es continuar la lucha por la profundización del proyecto nacional, popular y latinoamericano, trabajando detenidamente en el plano de la lucha cultural, pujando para que las medidas ante la crisis global y sus impactos recesivos profundicen el camino redistributivo, recuperando las empresas estratégicas estatales con la fuerza de la clase trabajadora como única vía para construir independencia económica con justicia social; todo ello sin caer en las trampas y provocaciones del  enemigo, así como de algunos que dentro de la propia fuerza reproducen trampas y reflotan distorsionadamente debates históricos

Por Gabriel Merino. 

domingo, 5 de febrero de 2012

Actualización política y doctrinaria - PRIMERA PARTE


El justicialismo, la unidad y la identificación del enemigo

La concepción justicialista y el problema de la liberación
Perón: La concepción justicialista que nace en 1945, es una concepción simple, con una base filosófica firme, y que obedece a un concepto cristiano y humanista de la política. Indudablemente que el mundo ha venido desarrollando una evolución que hay que captar si queremos darle una continuidad congruente en el futuro. Es ahí de donde parte el justicialismo. Es indudable que el capitalismo que se instaura como sucesor del medioevo, trae consigo la empresa, la máquina que modifica extraordinariamente la actividad de la comunidad.
La etapa capitalista
No podemos negar que en los dos siglos de acción del capitalismo, el mundo -técnica y científicamente- ha progresado más que en los diez siglos precedentes.
Aunque, indudablemente, ese progreso ha gravitado sobre las espaldas de los pueblos, que han vivido sacrificados y miserables durante esos dos siglos. Llegamos a este momento en que se ha producido una gran revolución, con aspiraciones de ser revolución mundial, la Revolución Rusa, y que un sinnúmero de revoluciones ha explotado en el mundo como reacción contra ese sistema, que impone el sacrificio de los pueblos para el avance científico y técnico de la humanidad.
La etapa socialista
Indudablemente que hoy los pueblos están muy esclarecidos en razón de los medios de comunicación; de la televisión, de la radio, los diarios, las revistas, en fin... Eso ha esclarecido las masas populares que han llegado a darse cuenta de que se prepara para el futuro otro sacrificio semejante, para también obtener un progreso parecido. Y ya no quieren los pueblos que eso se realice sobre el sacrificio, el dolor, el hambre y la miseria de ellos. Así es como nosotros lo concebimos. Entonces es necesario que ofrezcamos a los pueblos la posibilidad de que trabajen felices, con un grado suficiente de dignidad, para un progreso técnico y científico de la humanidad, que quizá no sea tan grande como el que ha venido asegurando el capitalismo, pero, por lo menos, que no sea sobre el sacrificio de nadie. Pueblos felices, trabajando por la grandeza de un mundo futuro, pero sin sacrificios y sin dolor. Que eso es lo humano, que eso es lo natural, y que es también lo científico.
Justicialismo, socialismo nacional
Entonces debe haber una tercera posición que es la que concibe el justicialismo, donde el hombre, en una comunidad que se realiza, pueda también realizarse como ente humano. Esa es la verdadera concepción justicialista que venimos expresando desde hace veinticinco años. Las dos terceras partes de los habitantes del mundo y sus comunidades están pujando por colocarse en esa tercera posición.
La tercera posición
El antiimperialismo del Tercer Mundo
Tan distante de uno como del otro de los imperialismos dominantes, lógicamente, el Tercer Mundo está en la tercera posición. La evolución de la humanidad ha ido hacia integraciones mayores: del hombre a la familia, la tribu, el estado primitivo, el estado feudal, la nacionalidad -que hemos vivido los de mi generación-. Ahora ustedes vivirán la etapa que sigue: continentalismo. Y es posible que sus nietos y sus bisnietos lleguen a la futura y última integración, que es el universalismo como aspiración de una humanidad realizada.
Liberación nacional y social
Liberación continental
Si nuestra liberación es inseparable de la liberación continental, ¿debemos coordinar también esta lucha con la de Asia y África? ¿Es esta lucha del Tercer Mundo la que puede universalizar la liberación del hombre?
¡Natural!, es el Tercer Mundo, y hoy nosotros, los que trabajamos dentro de esta línea, estamos en el Tercer Mundo y trabajamos en el Tercer Mundo, y estamos conectados todos los dirigentes populares de América con ese Tercer Mundo, como estamos conectados con la idea de la liberación del continente, trabajando para eso. Y creemos que la juventud, la gente del futuro, debe aferrarse a esa posición, porque ésa será la posición del futuro.
La continuidad de la vieja guerra por la segunda independencia
Esta concepción, digamos, esta vocación independentista y liberadora, ¿es también continuidad de las viejas vocaciones nacionales, la "guerra patria"?
¡Y natural! Natural, en nuestro país no es un secreto para nadie que el imperio inglés se fundó sobre los despojos del imperio español. Nosotros, colonia española, pasamos a ser colonia inglesa.
La línea entreguista
Por eso en la Argentina ha habido una línea anglosajona y una línea hispánica. La línea hispánica ha sido la que siguió con la idea independentista, la otra es la línea colonial.
La línea nacional
Y en nuestro país la línea nuestra es la línea, diremos, de la Primera Junta, que era independentista. De Rosas que defendió eso, de Irigoyen, que fue otro hombre que también defendió eso. Y de Perón. Todos los demás gobiernos argentinos han pertenecido a la línea anglosajona y la han servido, de una manera directa o indirecta. De manera que todo esto tiene una continuidad histórica, porque los países están viviendo el reflejo del resto del mundo.
La integración latinoamericana
La Patria Grande
Ya en el año 1949 dije, con motivo del Tratado de Complementación Económica -que tenía por finalidad constituir una comunidad económica latinoamericana con fines de integración continental-, que el año 2000 nos encontrará unidos o dominados. Pero han pasado los años. Y hoy vemos auspiciosamente surgir revoluciones salvadoras en varios países hermanos del continente: Cuba, Chile, Perú, son dignos espejos en los que han de mirarse muchos otros latinoamericanos que luchan por la liberación. Ahora es preciso que, sin pérdida de tiempo, se unan férreamente, para conformar una integración que nos lleve de una buena vez a constituir la patria grande que la historia está demandando desde hace casi dos siglos. Y por la que debemos
luchar todos los que anhelamos que nuestros actuales países dejen de ser factorías del imperialismo, y tomen de una vez el camino de grandeza que nos corresponde por derecho propio. El futuro de un mundo superpoblado, y superindustrializado será de los que dispongan de mayores reservas de comida y materia prima. Pero la historia prueba que tales reservas son solución sólo si se las sabe y se las quiere defender contra el atropello abierto o disimulado de los imperialistas.
El Movimiento Justicialista
La única fuerza cívica que conserva su estructura y su potencia es el peronismo, y dentro de él la clase trabajadora. Estas fuerzas representan el eje del movimiento revolucionario nacional.
Pero, ¿qué es lo que define, hoy, en la Argentina a una persona como peronista?
Peronista para mi, como conductor del Movimiento, es todo aquél que cumple la ideología y la doctrina peronista. Por otra parte, nosotros esto lo hemos aclarado bien en el Movimiento: hay un decálogo peronista, donde dice cuales son las diez condiciones básicas que debe llenar un hombre para ser, sentir, y poderse decir peronista.
Primero la Patria, después el Movimiento
De manera que persuadido de esa verdad él la sirve. Eso es ser peronista. Indudablemente que en este momento hay un desplazamiento natural hacia el peronismo que nos lo da el éxito de toda esta larga lucha de los dieciséis años pasados desde el ‘55 hasta hoy. En eso no hay que extremar la cosa, el Movimiento Peronista jamás ha sido ni excluyente ni sectario. Nuestro Movimiento por ser de una tercera posición, es un movimiento de gran amplitud, ése es el peronismo.
La incorporación al Movimiento
Ahora, dentro de la acción política que se desarrolla todos los días, vemos mucha gente que proviene de otros sectores políticos, que pueden ser del comunismo, o pueden ser del conservadorismo. Porque de todo hay en la huerta del Señor. Por aquí han pasado las más diversas tendencias, yo a todas les digo exactamente lo mismo: vean señores, cuando nosotros formamos el Justicialismo vinieron hombres conservadores como el doctor Remorino (era secretario de Julito Roca, así que imagínese, el riñón de la oligarquía) ¡Y fue un gran peronista!, un buen servidor y un gran peronista. Del otro lado vinieron sectores socialistas, como Bramuglia, como Borlenghi, como, en fin, un montón. Y también del comunismo. Y todos esos hombres han demostrado a lo largo de estos años, que han sido buenos peronistas, ¿por qué vamos a presuponer que un hombre que se incorpora hoy, en vez de haberlo hecho hace veinticinco años va a ser peor que esos que se incorporaron entonces? En ese sentido, el Movimiento Justicialista, para ser realmente justicialista, debe admitir que todos los hombres pueden ser buenos, y que todos pueden tener razón, e incorporarlos a servir al Movimiento.
El peronismo no es sectario ni excluyente
En ese sentido, con todo lo que ha pasado en el país, yo pienso que habrá un sector mal intencionado, pero más que nada ha sido un sector desaprensivo o ignorante. Y el bruto es siempre peor que un malo, porque el malo suele tener remedio, el bruto no. He visto malos que se han vuelto buenos; jamás un bruto que se haya vuelto inteligente. De manera que todo esto que uno va echando a la balanza, en la apreciación de los hombres, debe servirle para calificar y para compensar; eso es conducción. Los hombres son útiles en la medida de su capacidad y su buena intención. El hombre bien intencionado, aun cuando no sea muy capaz, suele servir.
Sacrificar pasiones e intereses
Es indudable que el hombre no puede ser perfecto, entonces tiene sus pasiones y tiene sus intereses. Las pasiones y los intereses individuales son los que desvían y deforman la actuación peronista. Porque no podemos pedir que en cada peronista haya un santo o un héroe, ésos no salen todos los días. Es bastante con que sea un hombre con sentido y con sentimientos peronistas. Es lo que más podemos exigir.
Un hombre de nuestro Movimiento podrá tener cualquier defecto pero el más grande de todos será no ser un hombre del pueblo.
En la política esto es tan cierto como en la vida. En consecuencia, todas estas condiciones son las que debe reunir un peronista, o un justicialista.
El Movimiento Peronista es de todos los que lo formamos y defendemos y allí radica el derecho que cada peronista tiene de sentir y de pensar para el beneficio común como lo establece un viejo apotegma peronista: "Que todos sean artífices del destino común, pero ninguno instrumento de la ambición de nadie"
Los hombres que vengan al peronismo deben hacerlo con la voluntad decidida de poner todos los días algo de su parte para ennoblecerlo y dignificarlo.
Eso es, en pocas palabras, y en síntesis, el Movimiento Justicialista.
Compañeros y aliados, traidores y enemigos
El Movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro: quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor. Quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo, es un compañero. Y quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor.
Dice Mao Tsé Tung que el que lucha contra un compañero es que se ha pasado al bando contrario. Esto lo hemos observado todos, no hay peronista que no haya observado este tipo de disidencia sospechosa, pero más que nada negativa para el trabajo de conjunto que debemos realizar. En el Movimiento Peronista esto tiene su remedio, porque el Movimiento Peronista ha sido creado y conducido en forma de desarrollar sus propias autodefensas. En esto hay una tremenda similitud entre el organismo fisiológico y el organismo institucional; en el organismo fisiológico ocurre un fenómeno del cual debemos aprender.
Si el hombre no tuviera sus autodefensas hace miles de años que hubiera desaparecido de la tierra. Solamente son las autodefensas las que conservan la especie. No son ni los médicos ni la penicilina, desgraciadamente. Ahora, ¿cómo se generan las autodefensas? El protector de ella es el microbio, germen patógeno que entra al organismo, que a su vez genera sus propios anticuerpos, de los que salen las vacunas, las inmunidades que crea la propia enfermedad. Esos microbios generan esos anticuerpos y son estos anticuerpos las autodefensas del organismo.
En lo institucional pasa lo mismo: cuando el Movimiento Justicialista fue creado, yo me persuadí de esta necesidad y de esta verdad, y dejé actuar al Movimiento con la mayor libertad posible. Cada uno hizo lo que quiso dentro de él. Claro que eso dio lugar a que aparecieran algunos de los que se denomina traidores en política o tránsfugas, como los llaman otros. Pero, ¿qué son los tránsfugas? o ¿qué son los traidores dentro del organismo institucional de la política? Y, son los microbios, y generan las autodefensas que ya se han producido dentro del Movimiento. Es decir, el Movimiento se defiende de por sí, porque los movimientos o los partidos políticos o las organizaciones que no tienen sus autodefensas desaparecen, como habría desaparecido el hombre si no tuviera las suyas. Por eso la conducción de un movimiento político ha de pensar en la
necesidad de dar esa absoluta libertad. Ahora hay que tener en cuenta que cuando aparece un hombre de nuestro Movimiento que lucha contra otro hombre de nuestro Movimiento, puede ser lo que dice Mao, "que se haya pasado al bando contrario". Pero generalmente defiende un interés no un ideal, porque el que defiende un ideal no puede tener controversias con otro que defiende el mismo ideal. Es que en la política además de los ideales juegan los intereses, desgraciadamente. Y hay horas distintas en la política: el 1955 fue la Hora de los Enanos; en 1971 es la Hora de los Logreros. Entonces naturalmente, son esos intereses los que han venido y siguen jugando. Pero el peronista debe darse cuenta de que cualesquiera que sean sus intereses no deben estar sobre el ideal que todos defendemos y por el cual todos debemos luchar, por eso el justicialismo creó un apotegma que dice que "para un peronista no puede ni debe haber nada mejor que otro peronista". Entonces, ¡cómo es posible que un señor que está en la misma lucha esté luchando contra otro peronista, cuando tiene un enemigo contra quien naturalmente debe luchar!
El Movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro: quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor. Quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo, es un compañero. Y quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor.
Claro, todo esto es consecuencia de poner en armonía la necesidad de crear las autodefensas dando absoluta libertad de acción a todo el que se desempeñe dentro del Movimiento. Esto tiene de favorable la creación de las autodefensas. Naturalmente que en la vida no todos los factores son favorables. Hay un factor desfavorable, y es el que muchas veces se empeñan en lucha fracciones de nuestro Movimiento, en contra del objetivo común que perseguimos. La conducción debe ejercer sobre todas las fuerzas -sin violencia- su acción persuasiva, que es lo que trato de hacer yo. Es decir, que el que conduce el conjunto debe ser una suerte de Padre Eterno que bendice "urbi et orbe", e influenciar a todos para que esa bendición los alcance en forma de encaminarlos hacia el objetivo y desviarlos de los objetivos sospechosos, que sostienen intereses parciales. Porque en política, sobre todo en el ambiente dirigente, es donde están todos los problemas; en la masa no hay ningún problema. Es que entre los dirigentes sucede que a menudo cada uno de ellos lleva un gallito bajo el brazo, y defiende sus intereses y los intereses de su gallito. Esto es, indudablemente, en este momento perceptible. Pero debe ser corregido. Cuando hay dirigentes que no están en lo que están todos los demás dirigentes, hay que desconfiar de ellos. Esos andan en algo inconfesable, aunque den otras razones. Y eso nosotros lo hemos tenido en evidencia durante estos dieciséis años muchas veces. Sin embargo, la misma organización sindical o el Movimiento...
Las autodefensas son las bases del Movimiento
...se ha encargado de aplicar las sanciones que las autodefensas han aconsejado. Cualquiera, en el escenario en que se lucha, se lucha por la misma causa; de manera que no hay que mirar al costado para ver qué hace el compañero, hay que mirar al frente para ver qué hace el enemigo.
Es decir que desde los que trabajan en todos los frentes de superficie, a los que trabajan, digamos, en organizaciones de activistas, con todos...
Todos están luchando por lo mismo, porque el dispositivo de la lucha táctica necesita estar articulado: unos están en una acción contemplativa, otros están en una acción de superficie, otros están en una acción violenta y activa, otros se están preparando para la futura acción con estudios tecnológicos, etc. Cada uno de ellos está trabajando para lo mismo.
Identificar aliados y enemigos
¿Cómo identificamos al aliado y al enemigo? Usted definió al compañero y al traidor, ¿Puede
definir al aliado?
Bueno, un aliado es el que trabaja por la misma causa que trabajamos nosotros. También lo dice Mao: "Lo primero que el hombre ha de discernir cuando conduce es establecer, claramente, cuáles son sus amigos y cuáles sus enemigos", y dedicarse después, esto ya no lo dice Mao, lo digo yo: al amigo todo, al enemigo ni justicia. Porque en esto no se puede tener dualidades. Todo el que lucha por la misma causa que luchamos nosotros, es un compañero de lucha, piense como piense. Y sobre todo, nosotros no tenemos que tener suspicacias en ese sentido, porque ninguno de los grupos que se incorporan al peronismo, con buenas y otras veces con peligrosas intenciones, nos harán peligrar a nosotros. Porque todavía nadie ha conseguido teñir el océano con un frasco de tinta. En toda la marcha de nuestro Movimiento, hemos demostrado que no ha habido fuerza política capaz de enfrentarse con nosotros, y en el futuro habrá menos, porque ya hoy estas cosas se están esclareciendo convenientemente como para que cada argentino pueda pensar lo que conviene al país. Ahora, indudablemente, quizás eso no sea lo que le convenga a él. Por la, diremos, compartimentación de intereses. Pero lo que le interesa y conviene al país es indudablemente la realización de nuestras ideas, y no las que acaban de fracasar a través de esta dura, amarga y triste experiencia de dieciséis años de desorganización, de desgobierno, de injusticia y de arbitrariedad.
Los enemigos de la patria son los enemigos del pueblo. La Argentina actual es un satélite del imperialismo yanqui y su gobierno está al servicio de la oligarquía y de la burguesía. Su pueblo, lógicamente, está tan en contra del imperialismo como de la oligarquía y de la burguesía, pero especialmente opuesto al gobierno que les sirve y a las fuerzas de ocupación que lo hacen posible
La unidad y la solidaridad
Si en esta situación de guerra, como usted dice, general, cada compañero lucha como puede o con los medios que tiene, y que no todos pueden ser héroes o combatiente. ¿cuál es el tipo de solidaridad y de unidad que debemos tener todos los peronistas? y ¿qué solidaridad debe brindarse a aquellos compañeros que están realizando la lucha activa y armada?
Bueno, naturalmente por principio cada peronista debe ser solidario con cualquier otro peronista que lucha en cualquier otra parte. Naturalmente que esta gente que se está sacrificando es la que merece nuestro mayor respeto y nuestro mayor estímulo, pero nosotros no solamente somos solidarios con ellos, somos solidarios con todos los que están en el dispositivo luchando cada uno a su manera, porque aquí cada uno lucha de acuerdo a las condiciones que tiene para luchar. Cada uno agrega una pequeña acción. Porque no se le puede pedir a un movimiento multitudinario como el nuestro, que esté formado por santos y por héroes. Hay héroes y hay santos, pero no son todos. Los demás son hombres. Entonces somos solidarios en mayor medida con aquellos que se someten a un mayor sacrificio, eso es lo usual, eso es lo natural. Por eso digo, la solidaridad de que yo he hablado es para conseguir la unidad. La unidad nos da la fuerza, la solidaridad nos da la cohesión, y mantiene esa cohesión. La organización utiliza ese dispositivo dándole las formas naturales para la ejecución de la misión a que va a ser sometido. Pero la solidaridad es la base de la cohesión. Y esa solidaridad es la que hay que cultivar desde un sector para otro y de la misma manera, y de eso he hablado ya mucho con los dirigentes. La solidaridad nuestra está ya en un apotegma peronista, que dice que "para un peronista no debe haber nada mejor que otro peronista", y si de esto se trata en el campo de la lucha, si en el campo normal de todos los días es una verdad, en el campo de la lucha activa... ¡bueno, es una realidad que debemos apoyar con todas nuestras fuerzas, si queremos seguir luchando y si queremos vencer!
Cuando nosotros decimos que para un peronista no debe haber nada mejor que otro peronista, estamos levantando la bandera de la solidaridad dentro de nuestras fuerzas. Esa conciencia
colectiva y esa conciencia social por la que nosotros luchamos. Lo importante es comprender que todo este espíritu de solidaridad hay que imponerlo. Hay que ir persuadiendo, si es preciso de a uno, para que cada uno sepa sacrificar un poco de lo suyo en bien del conjunto. Predicamos con el ejemplo, que es la mejor de todas las prédicas.
Nuestra solidaridad no ha sido jamás ni sectaria ni excluyente. Para nosotros, todos los que luchan contra los enemigos de nuestro país son nuestros amigos, y en el carácter de tales les hago llegar mi saludo emocionado y cariñoso. Somos solidarios con todos los pueblos del mundo que están luchando contra los enemigos de la patria grande.

RÉGIMEN DE TRABAJO AGRARIO – LEY 22.248


 Teniendo en cuenta el ANTEPROYECTO”REFORMA AL RÉGIMEN DE TRABAJO AGRARIO LEY Nº 22.248”, el equipo profesional de la Fundación Patagonia Tercer Milenio elaboró algunas reflexiones que se transcriben a continuación, con la esperanza de contribuir a la elaboración final del proyecto. Se trata simplemente de una contribución Militante de quienes aspiran a participar en la construcción de una Patria Libre, Justa y Soberana.

FUNPAT3MIL

REFLEXIONES RESPECTO AL ANTEPROYECTO DE REFORMA AL RÉGIMEN DE TRABAJO AGRARIO – LEY 22.248
Líneas Directrices que informan el Nuevo Estatuto del Régimen de Trabajo Agrario
1. Ante todo, destacamos que en el documento existe una sustancial omisión. Nos referimos a la ausencia de toda consideración sobre lo dispuesto en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional vigente, que respecto al Trabajo dispone lo siguiente:

“… el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un registro especial.
… El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes, jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna para vivir.”
2. Los Trabajadores ocupados en tareas de cosecha y/o empaque de frutas deberían ser incluidos, NO EXCLUIDOS, del Régimen de Trabajo Agrario, al igual que los Trabajadores comprendidos en convenciones colectivas de trabajo con relación a las actividades agrarias.
3. Respecto a las modalidades contractuales, las modalidades consideradas deberían ser solo las siguientes: a) contrato de trabajo permanente y b) contrato de trabajo temporario.
4. En la determinación del salario deberá tenerse en cuenta la evolución de los precios de los bienes salarios a nivel de cada zona de producción. La participación en las ganancias de las empresas no podrá ser imputada como parte del salario mensual. En el caso de los Trabajadores transitorios no será exigible la bancarización como medio de pago, y tampoco lo será en el caso de los Trabajadores permanentes que desarrollan las actividades a una distancia mayor de cinco (5) kilómetros, respecto a la localización de la institución bancaria. La bonificación por antigüedad deberá ser determinada anualmente en función a ella y a la evolución de los precios de los bienes salarios.

5. En lo que respecta al Régimen de Seguridad Social, la edad jubilatoria deberá fijarse en función de la actividad que cumple el o la Trabajador/a. En la determinación de la edad deberá participar el Ministerio de Salud de la Nación y/o de la Provincia concernida y la correspondiente autoridad nacional o provincial de Trabajo. En ningún caso se otorgará ninguna reducción a las contribuciones patronales, es decir, ni aún en los casos de contrataciones de Trabajadores temporarios.
6. Deberán quedar claramente explicitadas las causas que podrían dar lugar a la extinción del Contrato de Trabajo Agrario.
7. En lo concerniente a la vivienda y alimentación, cuando sean proporcionadas por el empleador, deberán quedar claramente explicitadas las características y equipamiento de las viviendas y la composición de la alimentación en función de las actividades que desarrolle el o la trabajador/a.
8. El uso de agroquímicos en general, solo podrá ser realizado por el trabajador/a debidamente equipada/o para evitar contactos de aquellos con la piel, así como para evitar la respiración y/o ingestión de los agroquímicos. Los agroquímicos deberán estar acondicionados en sitios especialmente preparados para ello y a una distancia no menor a 100 metros de las viviendas, debiendo ello ser certificado por el Ministerio de Salud Nacional o Provincial, y por la correspondiente autoridad nacional o provincial de Trabajo, según el o los casos..

América latina y el modelo nacional



Los argentinos, esos ciudadanos que en algún tiempo nos sentimos “distintos” o “diferentes” a nuestros hermanos latinoamericanos, fuimos aprendiendo, especialmente a partir del conflicto de Malvinas, que existe una identidad latinoamericana que es inseparable de aquello que llamamos el ser nacional. Podría decirse que no hay ser nacional sin latinoamericaneidad o bien que el ser nacional supone aquella idea de la ciudadanía latinoamericana. Son historias entrelazadas y destinos cruzados, más allá de que aún haya quienes no quieran entenderlo así. Pero al margen de las lecturas ideológicas, desde un lugar mucho más pragmático, nadie podría negar que en el actual mundo de la globalización las únicas posibilidades de un futuro mejor –así éste no alcance sino el umbral de lo digno– pasa por la constitución de bloques regionales que se apoyen en la complementariedad de los recursos y de las acciones.
Los últimos episodios sobre el mismo tema Malvinas, desde la solidaridad del Mercosur con Argentina hasta la ofensiva británica para desmantelar la actitud del bloque regional, mostraron nuevamente el valor de la construcción política entre los países hermanos. En este caso la solidaridad se ubicó incluso por encima de las evidentes diferencias ideológicas que separan a los actuales gobiernos de Chile y Argentina.
Pero la cuestión de la unidad latinoamericana va más allá de las alianzas coyunturales o de la solidaridad frente a la bravuconada de una potencia extra regional. Aunque siempre lo fue, se hace cada día más importante tomar en cuenta que la unidad latinoamericana es un dato esencial de una propuesta de futuro para el país. En otras palabras, se puede decir que el componente latinoamericano es parte indisociable de lo que se denomina “el modelo nacional”. Porque lo real es que en términos políticos, económicos, culturales, pero también ciudadanos, no hay futuro para los pueblos de esta región sin una perspectiva integradora, sin una acción conjunta no solo en términos defensivos o de resistencia a las presiones del poder internacional, sino fundamentalmente desde una mirada de nación latinoamericana, la misma que muchos y en tiempos no tan lejos denominaron “la patria grande”.
El Mercosur, la Unasur y la más reciente Celac han sido y son ámbitos importantes. Se trata de espacios de acción política y económica. Sin embargo, en términos reales, concretos y operativos, estas alianzas están restringidas en su agenda y limitadas a la acción de los Estados y, para ser aún más precisos, de parte de la dirigencia gubernamental. Si en muchos ámbitos avanzamos hoy en el reconocimiento de que la público y las políticas públicas no pueden quedar exclusivamente restringidas a la acción del Estado –menos del Gobierno–, aunque esta presencia sea indispensable, se puede afirmar que también en la construcción del sentido de la latinoamericaneidad es necesario ampliar la mirada e involucrar en este proceso a referentes ciudadanos a través de actores protagónicos de la sociedad civil. El proyecto latinoamericano se construye desde los estados, con la participación activa de los gobiernos, pero con la presencia también indispensable e indeclinable de actores de la sociedad civil. Siempre se da por sentado que los empresarios deben estar presentes en estas mesas de negociación y construcción. De la misma manera se suele excluir con demasiada asiduidad a otros protagonistas no menos importantes, como aquellos que aportan en el campo de la salud, la educación y la cultura, para mencionar tan solo algunos espacios clave en este proceso.
Todo en el convencimiento de que el modelo nacional supone un modelo latinoamericano y que se trata de dos costados inseparables de la misma construcción política, económica, cultural y social. De allí también la importancia estratégica de cada gesto que signifique, para nosotros y para el mundo, reafirmar los lazos solidarios que unen a los pueblos de esta parte del mundo
Por Washington Uranga

viernes, 13 de enero de 2012

Prólogo de Apuntes para la militancia

Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde
El libro que prologamos tuvo un origen bien concreto: la tentativa de acercar a las bases del movimiento, es decir a la clase trabajadora peronista, una visión histórico – política comprensible. Se trata de apuntes revolucionariamente didácticos, escritos con alto sentido crítico, en tanto Cooke insistía en la necesidad del auto-conocimiento permanente del Movimiento Nacional Peronista.
(...) La burocracia que "rectifica los aciertos y reincide en los errores", apunta a que la burocracia puede a los sumo en la mejor de las hipótesis, es un cándido milagrerismo. La burocracia no es para Cooke un conjunto de hombres más o menos malos o ineficaces. Se trata en cambio, en lo interno del Movimiento, de una conducción sin política de fines, o aún más concretamente, un sistema de conducción de Movimiento que carece de una política de Poder.
Cooke tiene en claro que el peronismo tiene origen en el reconocimiento de que el propio peronismo es un encuadramiento de las fuerzas populares vertebrado en torno a la clase trabajadora.
Es exacto que desde 1955 el país sufre un "despotismo clasista" y que la presencia del peronismo impedía que las clases dominantes gocen tranquilamente de sus privilegios usurpados. Pero no es menos exacto que a esa violencia del régimen, que está en la lógica de las cosas y que nos confirma como su antítesis, el Peronismo se limita a jaquearla pero no la suplanta revolucionariamente.
Cooke busca en la historia argentina los orígenes del Peronismo. Desde ya participaba de una concepción revisionista de la historia en tanto recuperación de una concepción nacional anti oligárquica. Va a insistir en la demostración de cómo movimientos nacionales antecesores del Peronismo: el federalismo de Rosas, las montoneras de Chacho Peñalosa, Felipe Varela y López Jordán; y el radicalismo de Yrigoyen fueron derrotados en la lucha librada en la estructura semicolonial de la Argentina. Es decir, la historia como experiencia imposible para el político, y la analogía sirviendo de instrumento de concientización de las masas, posibilitando una nueva estrategia de poder que no repita los errores histórico-políticos allí analizados.
John Cooke no rehúye desde ya, sino que asume, un análisis clasista del Peronismo, del cual surge que éste es el hombre político del proletariado, en la semicolonia que es la Argentina.
La nueva situación
El paso de una ideología de protesta a una teoría revolucionaria forma parte de la lógica necesaria de la lucha de liberación, es uno de sus momentos básicos. En primer lugar es necesario desarticular la su-puesta racionalidad que bajo la apariencia de cientificismo, encubre la "cultura" de dominación del Sistema.
Es cierto, sin embargo, que hasta ahora existe:
a) Una inadecuación entre el papel objetivo del peronismo y su supuesta ideología-doctrina.
b) La ausencia de una teoría revolucionaria del peronismo coherente y adecuado para la toma del poder.
c) Un desarrollo de la programación de un socialismo nacional.
Cooke y la teoría revolucionaria peronista
En la formación de Cooke señala: "Todo planteo para la lucha a partir del conocimiento de nuestra situación de país semicolonial, integrante de un continente semicolonial". Por ello "cualquier política de liberación debe ser, ante todo, antimperialista". "La oligarquía nativa es un sub-producto que solamente será eliminado cuando se liquide la influencia del imperialismo. La lucha entonces, es de liberación nacional, para liberar al país y alcanzar el triunfo definitivo".
"El nacionalismo sólo es posible como una política antimperialista consecuente".
Cumplida la regla primordial de identificación del enemigo, Cooke analiza la naturaleza de la guerra librada por el peronismo. "Si es una guerra librada contra el régimen, no podemos contar con los que combaten "dentro" del régimen. Combatimos contra el sistema y no contra una de sus variantes. Cooke remarca la existencia de rebeldías toleradas dentro del Sistema como una categoría propia del Sistema (nota: las marchas en reclamo de planes de asistencia social podría encuadrárselas dentro de esta categoría).
"Un clima de rebeldías individuales puede durar indefinidamente. So-lamente cuando la rebeldía está coordinada y encausada en un movimiento de liberación, adquiere la eficacia necesaria para luchar con éxito". "No hay liberación sin el peronismo –explica Cooke- pero el peronismo solo no puede hacer la liberación".
Afirma:
Que se necesita una movilización popular muy vasta
La orientación por un programa, inflexible en el mantenimiento de ciertos principios fundamentales.
Suficientemente amplio como para superar las particularidades ideológicas de los sectores que coinciden.
Los partidos políticos tradicionales no forman parte del Frente de Libe-ración por la sencilla razón de que están en la trinchera enemiga. No desean terminar con la opresión sino cambiar la mentalidad de los oprimidos.
Autoconciencia y revolución peronista
Marca como puntos de una teoría revolucionaria peronista:
Sobre el voluntarismo y las masas: "Movimiento de masas en que la salida revolucionaria sea la consecuencia lógica y la dirección revolucionaria se convierta en la única posible".
La verdadera disyuntiva es entre una política reformista y una política revolucionaria. Entre una política de grupos y una política de masas. Una política revolucionaria equivale a unidad de teoría, metodología organizativa y de lucha. Por ello lo que hay que cambiar no es el equipo burocrático de turno: hay que cambiar los métodos (nota: cuestión imposible con alianzas con los partidos tradicionales, hoy también el PJ)
Hasta que la revolución no triunfe, sólo podemos esperar triunfos tácticos. "Toda revolución es el final de un proceso, y hasta que se cumpla ese proceso, solamente se anotan parciales.
"¿Quién ha dicho que porque el peronismo tenga una composición social poli clasista su ideología es también poli clasista? El clasismo apare-ce de ese modo como una tentativa ideológica de desmembrar el movimiento nacional, de aislar a la clase trabajadora en nombre de un ideologismo puro".
La ideología revolucionaria es la única que dará soluciones, no sola-mente para la clase trabajadora sino también para los sectores de nuestra burguesía que tienen una función constructiva que desempeñar en las etapas de transición hacia nuevas formas de organización de la sociedad. "No hay política nacionalista sino bajo la conducción de la clase trabajadora, que movilice la voluntad nacional tras la empresa revolucionaria de cambiar el orden social existente y asegurar sus bases mediante el desarrollo independiente, hasta desplazar del poder a las clases dominantes, la toma del poder por los trabajadores y la construcción nueva.
El peronismo: hecho maldito de la política burguesa
"El sistema capitalista en la Argentina está decrépito sin haber pasado por la lozanía. Bajo el liderazgo de Perón, a partir de 1945 el país realizó su proceso democrático burgués, como imposición de un frente antimperialista cuya base de apoyo estaba en la clase trabajadora y sectores de la clase media y sector nacionalista del ejército".
"Al cerrarse las condiciones de prosperidad de post guerra, se agudiza la lucha de clases. Las contradicciones se dan también internamente en el seno del peronismo. El frente original amalgama fuerzas diversas, se transformó en causa de debilidad" (nota: estas tensiones internas elevó estos choques de baja confrontación a la más alta en los años ‟70).
¿Qué es el peronismo? "Fue –define Cooke- el más alto nivel de conciencia al que llegó la clase trabajadora argentina. La definición aparece re-formulada en un conocido reportaje a las FAR: „Nosotros no nos integramos al peronismo, el peronismo no es un club o un partido burgués al que uno puede afiliarse, el peronismo es fundamentalmente una experiencia de nuestro pueblo y lo que nosotros hacemos ahora es descubrir que siempre habíamos estado integrados a ella, en el sentido que está integrado a la experiencia de su pueblo todo hombre que se identifica con los intereses de los más‟
La superación del peronismo
"El ejército revolucionario está nucleado tras sus banderas y el peronismo no desaparecerá por sustitución sino mediante superación dialéctica, es decir, no negándoselo sino integrándolo en una síntesis".
Pero el problema aquí aparece, aunque correctamente solo apuntado: "El peronismo jaquea al régimen...pero sólo con métodos revolucionarios podrá suplantarlos".
Por de pronto describió algunas de las características del Método: "Si tomamos como punto de partida que la liberación no se consigue derrotando al grupo gobernante sino terminando con la dominación imperialista, se perfila con bastante nitidez el carácter de la lucha". Al analizar la política del Sistema en materia electoral precisó: "La primera línea de defensa de la casta dominante está ubicada en el sistema de 1853, que otorga libertades políticas a cambio del respeto por las organizaciones que permiten el mantenimiento de las desigualdades sociales. Cuando esa línea es rebasada, está la segunda línea, el fraude, cuya característica moderna consiste en la clasificación apriorística de cuáles fuerzas son democráticas y cuáles no".
Algunas conclusiones
El peronismo en el poder sustituyó una ideología de la realidad (capita-lismo de estado popular) con una doctrina coyuntural, en un destiempo que sería aprovechado por la contrarrevolución al querérsele dar carácter permanente.
El peronismo en el llano (peronismo de resistencia) condicionó el proce-so de la cuestión nacional, pero sin tematizar su propia actividad de resistencia anticolonial.
El peronismo está en actitud de toma del poder, puede ser integrado al sistema en función de aquella doctrina coyuntural como maniobra neo-colonial, o puede formular su propia autoconciencia revolucionaria a través de una teoría en la cual explicite que el poder no va a ser regala-do por cuanto el neocolonialismo no se suicida.
Pero todo esto sin olvidar aquel pensamiento de Cooke:
"Las masas latinoamericanas no pueden hacer causa común con los verdugos, porque ellas también están en la lista de las víctimas"

Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde (1973)